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Morir

Disculpen, amigos lectores, es probable que esta Página Par de hoy les resulte empalagosa, o les disguste que cuente cosas personales. Les aviso ahora que inicio estas líneas, que pueden dejarlas, hacer un ejercicio de lectura rápida o buscar otro momento mejor.

Mi padre vivió los últimos años de su vida con una salud débil, pudo sobrevivir a un cáncer, y muy poco a poco se fue apagando por otras enfermedades. Mi madre, sus últimos quince años, diez sin mi padre, con un mieloma múltiple, no podía hacer las cosas por sí misma, había que ayudar a levantarla, entre dos personas, para pasarla a una silla de ruedas con la que circulaba por la casa o salía a la calle, lo mismo que le sucedió a mi padre. A él le costó mucho asumir la situación, una persona vital que dejaba de darse sus largos paseos no quería que le vieran en esa situación. Pero cuando llevas una silla de ruedas, te das cuenta del gran número de personas que se encuentran en esa situación. Y lo admitió.

Mi madre seguía en sus últimos años asistiendo a la tertulia semanal con sus amigas maestras jubiladas, imagino que arreglando el mundo, aunque algunas ocasiones no se encontraba bien y cedía, lo saben bien mis hermanos que intentaban convencerla para vestirse y acercarla. La que fallaba pocas veces semanalmente era la peluquera, que le daba una buena conversación y la ponía al día.

Todos esos años la relación con mis padres fue la mejor de nuestra vida. Escuchar en una silla pegado a la cama. Acompañar sin más. Ayudar a pasar el tiempo. Y a veces llorar cuando te decían que estaban preparados y que querían dejar de darnos trabajo. A veces los cuidados paliativos son eso, pero agradecían, porque me lo decían, cada viaje que hacía a verlos, cada tiempo que les dedicaba –vuelvo a insistir en la generosidad de los hermanos que vivían en la misma ciudad-, cada segundo que pasaba a su lado. Porque salir con la silla de ruedas, llevarles a Misa, ayudarles a tomar el zumo de naranja en la terraza del bar de siempre, hacerlo con alguno de sus hijos era suficiente para ellos, más que el tiempo que les pudiera dedicar la persona interna que vivía en casa.

Ellos habían trabajado los dos hasta su jubilación y contaban con una pensión digna, lo que les hubiera permitido disfrutar del descanso y de la vida. La disfrutaron a su manera. Se me ocurrió comprar una wii para que mis sobrinos, entonces pequeñajos, tuvieran un motivo para acercarse a casa de los abuelos. Ellos disfrutaban de sus nietos solo con verles, como le puede a ocurrir a usted que todavía sigue leyendo. Y solo había que fijarse en sus ojillos de ancianos para comprobarlos. Y me convertí en amigo de Pocoyó.

Creo que hicimos lo que pudimos, con mucho tiempo y dedicación, con conversaciones telefónicas, con estancias en hospitales,  con internas que acababan siendo las ‘dueñas’ de la casa pero que le dedicaban mucho cariño y corazón a la señora. Un día se apagaron y se fueron, no hubo medios desproporcionados o extraordinarios para que continuaran con vida. Sabíamos que iba a ocurrir y ocurrió. La vida no les respetó la jubilación pero mantuvieron a una familia unida, que es de lo que estarían más satisfechos unos castellanos austeros, honrados y queridos, como pudimos ver en sus funerales.

No siempre es posible todo ello. Y tengo que agradecer mucho. Pero por eso pido respeto a todas las vidas, a todas, cualquiera que sea su condición.  Que se multipliquen los servicios de cuidados paliativos, que se sostenga y acoja a los enfermos, que se evite la desesperanza y la angustia. Y que mueran dignamente y en paz.

‘Pueblo viejo’ o ‘viejo pueblo’ de Gamonal

He tenido ocasión estos últimos días de callejear por el viejo pueblo de Gamonal. Pareciera que está sumido en el olvido de nuestros responsables municipales desde hace algunos años, tras alguna iniciativa perdida de rehabilitación de edificios e incluso un promotor optimista con la construcción en algún solar. El Covid ha acabado cerrando bares y comercios, quizá para siempre. Recuerdo que hace más de diez años tuve ocasión de dar el pregón de este populoso barrio gamonalero, y una de las reclamaciones de entonces fue la rehabilitación total de esta zona abandonada de los dioses y de los humanos. La que fuera una de las principales arterias de la capital burgalesa, lo que veían nuestros visitantes procedentes del norte, pareciera que al crearse las circunvalaciones el futuro de este histórico pueblo fuera la dejadez y la desidia.

Ahí, testigo de este espacio que ha ido degenerando poco a poco, se matiene enfrente la iglesia de la Real y Antigua de Gamonal, y la churrería que sobrevive tras un aparatoso incendio, por la colaboración de los vecinos. Un entorno en el que hubo vida, como obligado paso del Camino de Santiago, donde se representaba hasta hace muy poco la batalla contra las tropas napoleónicas, y donde todavía con mercados medievales se pretende mantener su espíritu.

Pero resulta increíble –igual está pasando con la Concepción, que avanza a tumbos- que nadie de los que ejerce el burgalesismo desde el sillón del Ayuntamiento haya emprendido una solución más o menos definitiva. Burgos, más abajo, ha sufrido cambios notables, desde las orillas de los ríos a los grandes edificios majestuosos, culturales o sanitarios. O zonas verdes rediseñadas, campos de fútbol o viejas plazas reconvertidas en coliseum de baloncesto. Parece que los vecinos están orgullosos de pasear por esta ciudad.

Cuando uno viaja a través del tiempo por internet se encuentra con propuestas para reurbanizar este espacio, con solares ruinosos y que en algunos momentos planteó comprar el propio Ayuntamiento, en un espacio de más de 10.000 metros cuadrados. En su momento se pretendió preservar los rasgos del viejo Gamonal antes de que perteneciera a Burgos.  Pero nunca culminó en nada, argumentando en otras ocasiones que siendo paso del Camino de Santiago estuviera protegido. Si viniera el mismo apóstol y lo viera se sorprendería de este desamparo. Recuerdo de niño cómo nos gustaba ir al ‘Pueblo de Asturias’ en Gijón para contemplar los viejos hórreos y las paneras, donde nos recuerdan nuestra memoria, entre un culín de sidra y chorizo. En algo hay que transformar este viejo pueblo o pueblo viejo, según lo observemos.

Hay que ponerse de acuerdo entre todos los que tienen que decidir en esta situación, desde los urbanistas, a propietarios o inversores, vecinos y comerciantes. Desconozco si en ese bipartito que nos va a gobernar entre el PSOE y Ciudadanos figura algún futuro para este lugar, pero antes que la noria del Arlanzón, acuérdense por favor de este territorio que cada vez parece más comanche.

No al directo

Es de agradecer enormemente que el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana –son los nombres de estos tiempos- haya indicado que la línea directa ferroviaria hasta Madrid no le interesa lo más mínimo. Vale ya de vacilar. Lo mismo ha pensado durante estos años con la conexión de la alta velocidad con Burgos. Mientras no llegue al País Vasco esta vía no va a gozar de un gran apoyo, pese a que los vascos que bajen en tren a la capital de España darían un gran impulso a su trayecto hacia Madrid al ya encontrarse en la ciudad del Cid con velocidad alta; igual que los burgaleses al viajar a Barcelona han visto como se reducía bastante el tiempo al contar con un tramo de AVE. Así que  pongan fecha ya al primer viaje con la alta velocidad y comencemos a descontar.  Y nuestro alcalde, del mismo partido que quien rige el Ministerio, debería insistir.

En fin, no hay que callarse. La pasada semana escribía en este espacio que estábamos perdiendo puntos con la logística, pero que todavía pueden recuperarse, y que para ello era urgente y necesario la puesta en marcha del Parque Tecnológico y que venga con un pan debajo del brazo de la mano de la Junta, que se lo debe a esta ciudad, y a esta provincia, por todo el proceso que ha vivido este suelo tecnológico. Es imprescindible para el futuro de una ciudad industrial como Burgos.

Con el Directo pasa lo mismo, y si la batalla está perdida en el transporte de personas, no debería pasar en el de mercancías. Los miembros de la Plataforma del Ferrocarril merecen un aplauso por su constancia. Ellos nos han abierto los ojos al detallar la decisión de Adif de no contar tampoco con  la actividad comercial en la línea, lo que muestra el escaso interés de los altos cargos del Ministerio que lidera José Luis Ábalos –ahora parece que con menos actividad pública- que parecen desconocer los estudios de viabilidad realizados durante estos últimos años por entidades públicas y privadas.

Esos informes justificaban una apertura de este tramo con cifras concretas y compromisos de la circulación de suficientes convoyes para su viabilidad. Y aunque afirman que en la línea, sobre todo, en la zona de Madrid se están realizando intervenciones, algunos conocedores de la situación real dirían que son más falsos que Judas.

Aseguran que no hay operadoras a las que les sea útil y beneficioso viajar por esta línea. Si eso es cierto sería lo normal, si no hay labores de mantenimiento, hay un túnel en Somosierra colapsado, y una desidia total durante varios lustros. ¿Quién se va a arriesgar? La pandemia no nos puede dejar de vislumbrar  nuestro futuro, y eso parece que pretenden

Más blanco que nunca

El folio ha llegado al ordenador más blanco que nunca. Sin aportaciones nuevas. Más del 90 por ciento de las conversaciones que se manejan son sobre el Covid. Solo Bale ha podido cambiar la tendencia para los madridistas, igual que lo hizo Messi con los barcelonistas. Parece que a nadie ya le importan los presupuestos –esos de la subida de impuestos- o la fusión de Caixabank y Bankia. Quizá solo recuerdos de cuando se reivindicaba la presencia de las dos cajas burgalesas, junto a la Rural, que ha perdido uno de sus grandes valedores, además de una enorme persona.

Todo lo que se habla viene derivado del virus, desde la alimentación hasta la educación. Desde el derrumbamiento de las actividades culturales presenciales hasta la desaparición de los centros de salud rurales. O las famosas listas de espera –el que suscribe lleva esperando una cita desde octubre de 2018- que se irán agrandando por las consecuencias del coronavirus. Porque aunque no quede más remedio los conciertos, los recitales… no suenan lo mismo a través de una tablet que con tus oídos en directo.

Pero quizá en el inmediato futuro, la nueva normalidad de la que tanto se habla pero nadie entiende, lo que más desasosiegue sea el desempleo. Se padeció una gran crisis económica y se está sufriendo otra que puede tener un calado aún mayor, alarmados todavía porque nuestro catarrazo pueda sumar un número más de contagiados de la pandemia. Pero intranquilos también porque los ERTE pueden engrosar en miles de ciudadanos las listas de paro, y si en los mandatarios españoles tienen los suficientes recursos –contando los europeos- para abordar esta situación, con unas solicitudes de renta mínima que se van multiplicando, pero para las que no existe una rápida respuesta, mientras desde el Gobierno se discute sobre el sueldo de los funcionarios de sí, o no, o quizá, mientras entre los ministros el debate se extiende a aumentar o no la edad de jubilación, ante la falta de recursos para pagar las pensiones, mientras que al otro lado de la balanza lo jóvenes cada vez llegan más tarde a su primer empleo digno o indigno.

Se iba a cambiar a España y a salir más fuertes. El Covid habría que aprovecharlo también como una oportunidad. Pero casi en todo se ha desperdiciado la posibilidad. Al primer revés, se cierra todo y no hay alternativas. Realmente, Guerra tenía razón cuando decía que a esta España no la iba a conocer ni la madre que la parió, pero no a la suya, sino a la nuestra.

La ‘nueva normalidad’ con cambuj

Nos aseguran que estamos en una ‘nueva normalidad’, que para el experto en el uso de nuestro idioma Álex Grijelmo es algo imposible, porque lo que es nuevo no es normal, y para cuando quiere ser normal, ya se ha hecho viejo. Pero es el juego de las palabras con el que nos quieren manipular día a día la cruda realidad.  Hemos estado usando términos con el significado erróneo, y otros ni se nos han ocurrido, pero quién podía pensar que el vocablo ‘cambuj’ es lo mismo que mascarilla. Se originó en el latín con caputium (capucha), pero parece que el paso de los siglos la haya enmascarado. ¿Qué les parecería volver a utilizarla?

Sin embargo surgen voces que nos proponen retos  en medio de esta situación que estamos viviendo. Una de ellas esa la de Isabel Sánchez que acaba de publicar el libro ‘Mujeres Brújula’ (Espasa)  y que nos sugiere en la ‘nueva normalidad’ concentrarnos con pasión en lo posible, cuidar a las personas que nos rodean y acentuar la creatividad para afrontar los nuevos escenarios sin esperar a que la pandemia ‘pase’. Sánchez ha recorrido el mundo en busca de mujeres que mientras se marcaban retos han sobresalido en difíciles momentos. San Juan de la Cruz escribió ‘pon amor donde no hay amor y sacarás amor’ , y en situaciones anormales hay que tomar decisiones también diferentes y arriesgadas, y no mirar atrás por esas determinaciones a veces incomprendidas.

No podemos ni debemos esperar a que nos autoricen a quitarnos la mascarilla para abordar cómo vamos a encarar el presente y el futuro. No debería mandar el covid sobre nosotros. Es cierto que nos incita a vivir más el carpe diem, pero esto no debería ser suficiente.  Es muy difícil que la mayoría de nuestras conversaciones no gire en torno a este virus, pero deberíamos intentarlo, no solo por abordar nuevos desafíos, sino también porque desconocemos mucho de este coronavirus como para pretender tener la razón siempre, algo muy propio nuestro y de nuestros conciudadanos. Ignoramos desde saber cómo evolucionará el bichito hasta el tiempo que durará la inmunidad para aquellos que gozan de ella.

No es fácil ni para nuestros mayores, especialmente, ni para nuestros jóvenes, y a los dos por razones diferentes. Nos hemos preocupados por los adolescentes cuando algunos de estos han socializado más a través de los videojuegos que en la calle. Están pasando con normalidad, la nueva y la de siempre, lo que les toca de pandemia. No así los mayores. Quizá sea este otro momento donde mostrar la generosidad de la gente corriente para con los demás.

 

*  Pueden ver el diálogo sobre el lenguaje en el canal de YouTube del Museo de la Evolución Humana.

Des-concertados

Siempre me he preguntado por qué a los padres de la educación concertada algunos partidos políticos les obligarían a tener que pagar dos veces, la primera con los mismos impuestos que abonamos todos los españoles,  la segunda, con el recibo que les llegaría a final de mes del colegio elegido. Si ya han pagado como los padres de la pública una vez, por qué hacerlo dos.  Por qué se empeñan algunos socialistas en discriminar a las familias que eligen esta educación por la causa que sea, porque al final son ellos, los padres, los que tienen la responsabilidad de la formación de sus hijos, sin tener que dar cuenta a nadie, solo a la ley. La mayoría de los alumnos de la concertada no son precisamente hijos de familias ricas.  Algunos habrá, lógicamente, pero este es un modelo de colaboración que desarrolló inicialmente Felipe González y que se ha convertido en una columna del sistema educativo, elegido por el 25 por ciento de las familias.

Los motivos por los que unos padres eligen el modelo concertado son muy diversos, igual que los de aquellos que optan por el de una educación dirigida por el Estado. Y los dos deben ejercerlo con total libertad para dar cumplimiento al precepto constitucional.  Lo que parece que está sucediendo actualmente es que el Gobierno intenta reducir la presencia de la concertada en el modelo educativo, cuando esta favorece la elección a familias con pocos recursos; si no existiera, la posibilidad de optar por otra educación estaría supeditada a la renta. La ministra de Educación pareciera que quisiera estigmatizar a estos alumnos cuando son las clases medias las que optan generalmente por estos centros. Ni establece diferencias económicas ni supone entregar la instrucción de los menores a la Iglesia.

Insistir en estos momentos como razón para el mantenimiento de la concertada de que la variedad de modelos educativos es síntoma y requisito de madurez democrática podría parecer innecesario, pero es necesario hacerlo si miramos además a lo que ocurre en el resto de los países del mundo, donde la media es que el veinte por ciento de los alumnos recurre a la privada-concertada. Y además, la cantidad de dinero que el Estado entrega a cada tipo de centro difiere bastante, según datos de hace tres cursos, a los concertados se les dio 2.917 euros por estudiante, y la pública recibió 4.568.

Uno de los objetivos fundamentales del Estado es lógicamente mantener el nivel de la enseñanza pública, pero no legislando contra las familias que han elegido la enseñanza concertada (que son el 29 por ciento de la secundaria obligatoria) y que han sufrido la pandemia como todos los demás, y ahora son excluidos en el proceso de reconstrucción.

Bien suena para un eslogan cuando el presidente Sánchez o el vicepresidente Iglesias hablan de que no hay que dejar a nadie atrás en esta pandemia, pero con estas decisiones lo único que muestran es que son excluyentes y sectarios, y que a lo que tienen miedo es a la palabra libertad. Y más deberían ocuparse en prestigiar la figura de los docentes tanto de la pública como de la privada-concertada, que en decisiones ideológicas que lo que hacen es separar más que unir.

Digitales

El Digital News Report es un informe que se viene realizando en los últimos años dirigido por el Instituto Reuters ubicado en la Universidad de Oxford y que pretende conocer los hábitos de los ciudadanos en relación con la información. En España los coordinadores de este trabajo son profesores e investigadores de la Universidad de Navarra, entre ellos el burgalés y doctor en Comunicación, Alfonso Vara, en un mundo donde la movilidad está siendo básica para el seguimiento de las noticias.

Este año han preguntado por vez primera a los usuarios de noticias digitales sobre su interés en la información local. Este informe –y corrobora lo que ha hecho desde 1891 Diario de Burgos en su edición impresa- resalta la buena valoración de la información de proximidad en España, ya que el 62,5 por ciento de los internautas está totalmente interesado o muy interesado en esas noticias locales, provinciales o autonómicas.  En el caso de nuestro país sube 15.5 puntos más que la media de los 40 países analizados.  Y ¿cuál es el público? Pues casi un 70 por ciento de los mayores de 45 años están muy interesados; un 57 por ciento de los jóvenes entre 25 y 34 años y un 59 por ciento de los adultos comprendidos entre 35 y 44 años. Por el otro lado, de los que responden ‘no mucho’ ninguna franja de edad supera el 10 por ciento excepto los chavales de 18 a 24 años que alcanzan el 11 por ciento.

Más de la mitad de los usuarios eligen para informarse el periódico local y su sitio web, cuatro de cada 10 su televisión local.  En relación a las fuentes no periodísticos no deja de ser relevante que casi tres de cada diez acudan a redes sociales como Facebook, a foros o a lo que siempre se ha llamado boca a boca que ahora se valora como comunicación personal –vecinos, amigos, familia, la barra de un bar-. Los mayores de 45 son los que más acuden a las fuentes periodísticas locales, un 78 por ciento.

Y qué están mirando aquellos que no dejan de ver la pantalla del móvil si a información se refiere. Pues Facebook y Whatsapp siguen liderando la clasificación de redes sociales con un 44 y un 34 por ciento. Twitter va creciendo en uso informativo, al igual que Instagram, con un 17 por ciento.

Si el uso no es solamente informativo,  whatsapp lidera con un 81 por ciento, Facebook 69, YouTube 69 e Instagram ya es la cuarta red con un 47 por ciento, sobre todo por el crecimiento entre los más jóvenes que alcanza el 66 por ciento.  Facebook sigue siendo la red más utilizada entre los adultos. Dos de cada 3 usuarios consumen vídeos informativos todas las semanas

Pero quizá lo más preocupante sea que ya un 65 por ciento de los españoles señalan al Gobierno, a los políticos y a los partidos como las principales fuentes de desinformación.

No es lo mismo

Claro. Ya lo ha multirepetido Alejandro Sanz miles de veces en su canción. No es lo mismo arte que hartar… Y si no tenemos cuidado podemos llegar hasta el hartazgo sustituyendo las emociones por los encuentros digitales. No es lo mismo ver una película en la butaca de una sala de cine, que en el sillón de tu casa, aunque el pantallón televisivo tenga 214 cm y 85 que ya es tener. Ni es lo mismo asistir en directo a un concierto de The Boss que hacerlo a través de tu tablet, es que ni puedes bailar. Ni escuchar una sinfonía en un auditorio que en Radio Clásica o en Ivoox, por muy buena que sea. Ni ver un partido de fútbol de tu equipo preferido en casa que en el campo de fútbol, puro o cigarro incluidos.

No es lo mismo, aunque sí que resulta más barato al ciudadano abonarse a Netflix que ir a cualquier multisala cinematográfica, ver un concierto en Youtube aunque sea de pago, que pagar más de 100 euros por escuchar a Springsteen, Bisbal o al propio Alejandro Sanz. O contemplar las hazañas futbolísticas de tu Madrid mientras te tomas un Gin Tonic, que aguantar al compañero de lateral o fondo en el estadio. Pero, si puedes, apuestas por lo segundo, claro. ¿No veis que no sois iguales? dice el cantante madrileño. Ni contemplar una obra de arte que una fotografía. Que sepas que hay gente que trata de confundirnos, añade Sanz. Pero habrá que buscar la manera de abrazar, de sentir, de comprender, de escuchar, de querer, y hasta de sufrir. No vayamos a perder poco a poco los sentimientos detrás de una mascarilla que no sirve para nada porque ya la hemos utilizado más de cuatro horas y debería ir a la basura.

Nos han querido encerrados. Cada administración pública en la mayoría de los países se ha guiado por criterios más  o menos unánimes, de la separación y en casa. Hemos visto fotografías que nos hacían llorar del saludo de los hijos a los padres a través de una puerta cerrada con un cristal por medio. De los nietos a los yayos desde las ventanas. Hemos abandonado los aplausos, quién sabe por qué. Hemos dejado de cantar en los balcones. Y algunos han creído que son inmunes.

Es cierto. Lo primero es la salud… y el trabajo. Y el bienestar de los tuyos. Y para ello, si es necesario, tele trabajamos todos los días. Y alimentamos el cuerpo. ¿Pero dónde dejamos el espíritu, el alma? No creo que muchas de las actividades a las que hemos podido dedicarnos a lo largo de esta alerta sanitaria, de este confinamiento, nos hayan levantado. No hablo de las otras tareas que probablemente les hayan ocupado, de atención a los demás, desde su profesión o su voluntariado. Pero comienza de nuevo el momento de contemplar.

Los bloques bloquean

Los partidos políticos crean bloques: bloquean, y cuando la sociedad necesita estar más unida que nunca, buscar lo que une, más que lo que separa, no son principalmente los mejores aliados, pero desgraciadamente son los que mandan y hay que contar con ellos, para lo mejor y para lo peor.

Los partidos políticos -algunas de las personas que los forman- parece que son los únicos capacitados para mentir sin que su falsedad tenga apenas consecuencias. Para los ciudadanos en ocasiones suponen juicios sumarísimos y la pena del banquillo, aunque salgan inocentes. Son sus miembros los que pueden insultar impunemente, y desgraciadamente simulan buscar el interés público, cuando lo que les mueve es el interés personal.

Ha tenido que ocurrir una situación de pandemia, con casi 50.000 fallecidos -directamente por el Covid19 o indirectamente- para que afloren los intereses de algunos de nuestros gobernantes. Generalizar es de idiotas, dicen, pero hay suficientes ejemplos para demostrar que en esta nueva Liga ni hay juego de equipo ni están los mejores sobre el campo.

Es cierto que cuando tienes que formar un grupo más que la capacitación se puede optar por la confianza y lamentablemente por la subordinación. Solo así se entienden algunas situaciones de personas que continúan sobre el césped, cuando probablemente en otras circunstancias lo hubieran abandonado antes, aparentando alguna lesión, cansancio o incluso una tarjeta roja similar a una insumisión.

Por ejemplo, ¿se han enterado los ciudadanos en que consiste la ‘nueva realidad’? Es clave atender a aquellos con mayor necesidad, y es normal que ninguna de las coaliciones votará en contra en la Cámara Baja, pero qué se está haciendo para el medio o largo plazo, porque solo con las ayudas es difícil sacar un país adelante. Y no solo a nivel estatal, también autonómico, provincial o local. Sería bueno probablemente un debate sobre el estado de la nación, de la región o de la ciudad, porque sabemos a dónde vamos en cualquiera de nuestros ámbitos de actuación. En ese debate emergerían de nuevo la mentira, las acusaciones, los exabruptos… pero obligaría a pensar a sus participantes, a comprometerse y quizá a proponer ideas conjuntas, y no esa comisión de reconstrucción que a nadie convence, y para poco sirve salvo el ‘y tu más’.

No es fácil, pero para eso han sido elegidos en cualquiera de las urnas donde los españoles han votado. Ahí se tiene que ver la capacidad de un alcalde o un presidente, no en las redes sociales, sino en su idoneidad para responder a cualquier crítica que surja de la oposición. Y estos junto a la crítica deberían presentar sus alternativas talentosas y eficientes. Faltan años para unas nuevas elecciones -salvo en Galicia y el País Vasco-, pero muchas personas piden conocer de verdad y con datos reales cuáles son los pasos que quieren dar tanto los gobernantes como sus contrarios.

Seguimos siendo números

Hace unas semanas, en este mismo espacio, afirmaba que los fallecidos por la pandemia, para algunos, eran números más que personas. Ni un gesto, ni una lágrima. Las banderas con crespón no iban a devolver la vida a nadie, pero era un grito a los que se quedaban de que no estaban solos. Hemos pasado ya los 10 días de luto nacional, hoy entramos en Castilla y León en la Fase 2, que viene a ser como la 1, excepto aquellos que todavía tienen miedo al contagio, con bastante razón, y que en lo que va a cambiar fundamentalmente es en que se puede entrar a los bares, a los cines y teatros, y que abren las grandes superficies. Parece que los deportistas aficionados también cuentan con más libertad. Y me olvidaba el fútbol… Y todo con las medidas sanitarias necesarias de distanciamiento social y de uso de la mascarilla.

Pero seguimos siendo números, lamentablemente  solo así puede explicarse que para la cifra de fallecidos en un día existan cinco diferentes datos, algunos sin justificación posible.  Parece que casi todas las Comunidades Autónomas están actuando con lealtad, parece… Pero en la nación siguen creyendo que esta batalla es de buenos y malos y no cesan los despropósitos, cuando la realidad es que ha sido y es de vivos y muertos. Y desgraciadamente hay miles más víctimas de las que brindan diariamente los voceros del gobierno.

No va a ser fácil la desescalada. Aparenta que la gestión de los ERTE está siendo positiva y salvando muchas pymes y medianas empresas. El Ingreso Mínimo Vital será una solución inicialmente para muchas familias, pero todo ello ralentizará la creación de empleo. En otros asuntos, como la educación, ha vencido, sin embargo, la desgana. Es cierto que hay todavía alumnos que no cuentan con acceso a internet en sus domicilios, pero no es una gran mayoría. Parece que existe un cierto cansancio por no encontrar la solución definitiva al próximo curso e incluso para algunos los suspensos pasan a ser testimoniales. Y todavía están pedaleando con qué se hace con los niños pequeños y guarderías para facilitar la conciliación en las familias. Los centros se están volviendo locos intentando gestionar cómo van a evitar que los pequeñajos se abracen, se saluden o jueguen. O llenan los colegios de corralillos o será muy difícil. Aquí también hay números y no personas, o personitas.

Y la nueva realidad será muy cercana al momento del que venimos. Mañana el Gobierno aprobará un Real Decreto con las normas para vivir mientras llega la vacuna o las medicinas que curen del Covid19. No nos olvidaremos de las mascarillas por algún tiempo, mientras los médicos no paran de insistir en que el rebrote en otoño puede plantearse. Conviviremos en algunos trabajos con las actividades presenciales y digitales, que no han llegado para quedarse porque nunca serán lo mismo que escuchar un concierto en directo. Y porque trabajar en equipo, es eso, en equipo, aunque sea a dos metros entre uno y otro.