Todas las entradas de: Antonio José Mencía

Memoria, dignidad, justicia

El próximo 1 de julio de 2022 se cumplirán 25 años de la liberación de José Antonio Ortega Lara. Fue un día de júbilo en Burgos después de 532 días de sufrimiento por un paisano del que desconocíamos cualquiera de sus circunstancias. Después se supo que el ex funcionario de prisiones estuvo a punto de quitarse la vida, pero el pensamiento de su familia, su fuerza mental y su fe le mantuvieron vivo. Hace 10 años, la organización terrorista que lo secuestró abandonaba las armas. Todos los políticos quisieron apuntarse el tanto, pero es conocido que las Fuerzas de Seguridad del Estado en España y la presión de Francia en ese momento provocaron fundamentalmente esa decisión.

Si hoy preguntamos en cualquier instituto de esta ciudad por ETA las respuestas serán seguro muy variadas, dispares y probablemente equívocas. Contando la historia de José Antonio a estos chavales se muestran sus caras de asombro. Cambiando de nombre sus partidos algunos de los más destacados dirigentes de la banda han pretendido restañar las heridas provocadas por sus más de 850 asesinatos, 2.600 heridos y 90 secuestros, pero sin arrepentirse ni un ápice. Las víctimas -aquellos que sufrieron atentados y sobrevivieron y familiares de los fallecidos y heridos- multiplican la triste herencia etarra, por eso no es de extrañar que la inmensa mayoría pidan a gritos: Memoria, dignidad y justicia.

Está bien que hayan cambiado las pistolas por los sillones de las instituciones, y que por una vez no hayan mentido en sus anuncios sucesivos de tregua, evidencia de su mala situación en aquel momento. Son respetables cada uno de los votos que reciben en la actualidad. Pero alguna formación política debería reflexionar si tendría que aceptar las palabras de un terrorista condenado como es Otegui en las que vendía sus sufragios por la libertad de 200 colegas que penan por la sangre que derramaron y otros muchos que aun no han sido juzgados.

Estos malhechores han causado mucho dolor como para olvidar. Y lo estamos olvidando, lo han hecho ya las nuevas generaciones de españoles, lo están haciendo las anteriores por seguir en el poder, y lo están sufriendo todavía ciudadanos que se tuvieron que exiliar de su tierra y perder sus empresas por no pagar el mal llamado impuesto revolucionario; además de dividir a las gentes de un territorio que dejaron de hablar de algunos temas considerados tabús para no separar aún más a sus familias, a sus amigos, a sus colegas de trabajo. La herida abierta todavía será difícil de taponar. Porque los que representan a los miembros de la banda no tienen la mínima intención de pedir perdón, pocos lo han hecho, y los que lo hicieron fueron relegados.

Memoria, dignidad y justicia es lo mínimo que podemos exigir en nombre de los centenares de compatriotas que perdieron su vida.

Necesitamos sabios

Cleóbulo de Lindos, Solón de Atenas, Quilón de Esparta, Bías de Priene, Tales de Mileto, Pítaco de Mitilene, Periandro de Corinto han pasado a la historia como los siete sabios de Grecia, recordados por aforismos como La moderación es lo mejor o la máxima Nada con exceso, todo con medida . Se les atribuye también la frase No desees lo imposible. E incluso en tiempos de incertidumbre Debes saber escoger la oportunidad.

Hay asuntos en la política que merecerían contar con un Ágora para debatir entre filósofos y sabios y alejar a mucha distancia a los políticos. Estos temas los podrían escoger ustedes amigos lectores con el sentido común. La educación es uno de ellos, la escolar y la ‘buena educación’. Llegar al consenso imposible en que nos encontramos actualmente. Igual que la justicia, la legal y lo que significa dar a cada uno lo suyo, la social,  y dejar de escuchar en el Congreso si un individuo merece o no un salario mínimo digno.. Que lo debatan los sabios y claro que lo merece. Sin colores partidarios ni partidistas, que busquen lo mejor para esta especie humana nuestra. Y como la educación y la justicia, la salud, lo que más añoramos cuando no la tenemos, y cómo evitar batallas políticas o personales que alejan de lo que debe ser la ocupación de los galenos: hacer de la vida de los enfermos la primera de las preocupaciones. Corremos el peligro de convertirnos en unos inútiles o en unos chapuzas. Hay temas que son endémicos como las listas de espera, con cualquier gobierno, pero no es menos cierto que se puede trabajar con eficacia o no, o se pueden ir colocando trampas en el camino. ¿Importa si el color es naranja, azul o rojo si eres competente? Parece que sí.

No podemos encontrarnos permanentemente que por el hecho de estar en la oposición sistemáticamente haya que enfrentarse a cualquier propuesta de un gobierno local, regional, nacional o europeo…. Y viceversa.

Lo acabamos de ver en los presupuestos del Estado. Hay asuntos de los que podrían olvidarse nuestros sabios, pero no nuestros políticos, por el futuro de nuestro país, porque no estamos aislados del resto del mundo: las infraestructuras, por ejemplo, o la cultura, o la economía, o el acceso a internet, o el mundo rural, o esa España que se vacía porque no hay igualdad de oportunidades en todos los lugares. Discutan, eso sí, no son necesarios tantos para salvaguardar a España, y solucionen muchos problemas que los hay y busquen un grupo de personas instruidas, inteligentes, prudentes, estudiosos, pensadores, juiciosos… universales que sin colores algunos se afanen con sentido común –el menos común de los sentidos- por el bien también común.

145.000 mayores solos

No es la primera vez que esta Página Par aborda el tema de la soledad de nuestros mayores. Ni desgraciadamente será la última. Vivimos más años,  supuestamente nos cuidamos más, pero nada más y nada menos que 145.000 personas mayores se encuentran en situación de soledad en Castilla y León. La noticia que leía hace unos días en este periódico señalaba que era un desamparo ‘no deseado’ a pesar de que aumentan los singles, las separaciones, les aseguro que con los años crecen las manías (calculen que cada 10 años sumamos una, pero solo se dan cuenta quienes nos conocen y además no se atreven a decírnoslo y cuando lo  hacen ya es tarde), y nos aguantamos menos. No queremos el aislamiento, pero nos lo buscamos a conciencia a veces.

Y no han salido bien parados los ancianos de esta pandemia que todavía nos tiene ocupados. Han perdido muchos a personas con las que habían convivido casi toda su vida. Todavía tienen miedo para relacionarse. Las circunstancias vitales van cambiando y  la gran mayoría disfrutan de su familia con poca frecuencia. No hay plazas en residencias accesibles económicamente, y realmente donde un anciano quiere vivir es en su casa, en la que conserva sus recuerdos y sus sueños.

Parece que la Junta de Castilla y León ha diseñado un plan estratégico contra esa soledad no deseada y el aislamiento social y al que dedicará más de 100 millones de euros. Que nuestros políticos detectan los problemas en la mayoría de los casos es evidente, otro asunto es si hay soluciones para los mismos. Y hablamos en una zona de España con una densidad de población en algunos territorios similar a la de Laponia. Me gusto de Fernández Mañueco que les dijera en un encuentro con los mayores para hablarles de este plan que ‘Nunca caminaréis solos’:  si nuestros próceres les acompañan como la afición del Liverpool a su equipo, en las duras y en las maduras, podremos fiarnos sino no me atrevería ni a hacer una sola propuesta en para ese plan.

No es fácil la solución. Hay ONGs en Burgos –en entidades sociales o en parroquias- que acompañan a las personas solas, que en ocasiones lo que necesitan es un rato de conversación o una sonrisa, a personas que lo han dado todo y se  van quedando en el camino.

A los que somos unos nostálgicos, a veces por la tarde aburrimos a nuestros compañeros mientras trabajamos escuchando a Alejandro Sanz, Serrat, Sabina o Melendi. Pero saltarse la soledad a la torera no es tan fácil.

La especie ¿elegida?

Hace ahora veinte años, un par de científicos ya reconocidos por su trabajo en Atapuerca, Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez, escribieron un libro en el que se preguntaban si el hombre ‘es la especie elegida’; tanto Juan Luis como Nacho seguro que se siguen haciendo esta pregunta al no hallar una fácil respuesta, tan compleja como el saber si los homínidos de la Sima de los Huesos fueron arrojados allí ritualmente o por casualidad.

¿Somos la especie elegida con todas las tragedias que ocurren en el mundo, y que se suceden una tras otra, obligándonos a olvidar las anteriores casi a los pocos días? En Afganistán ha vuelto la ley del silencio. En La Palma alucinamos con las imágenes del volcán, mientras nos preguntamos dónde van a vivir aquellos que han perdido todo. La pobreza infantil nos inmuta menos que la derrota del Madrid –a los madridistas- ante un equipo desconocido.  ¿Una especie elegida que tarda lustros en que le llegue la alta velocidad en línea recta y sin obstáculos desde Palencia, y que es la misma que ha creado los microchips que ahora están ausentes en todo el mundo debido a la pandemia?  ¿Una tribu que se dedica a discutir sobre si debe haber unos jefes u otros, elegidos a dedo o por concurso,  o correspondería debatir sobre cómo reducir las listas de espera, porque lo que importa son los pacientes?

Aun así, y con un listado que podría reproducirse exponencialmente de temas irresolubles y preocupantes, sí somos ‘la especie elegida’, porque todavía tenemos la capacidad de emocionarnos y sorprendernos. Porque disfrutamos con una puesta de sol, o paseando cerca del mar, o sentados en una terraza charlando con unos amigos. Porque somos solidarios –y Burgos es una ciudad, una provincia, que lo demuestra cada día-, porque dedicamos tiempo a las necesidades de los otros. Porque a pesar del recio carácter castellano –y les habla un asturiano-, aquí se sabe escuchar, y sonreír, y agradecer, y mirar a los ojos. Y porque lloramos cuando perdemos a un ser querido, algo de que los chimpancés, nuestros supuestos antecesores, ni se inmutan.

Y cómo no vamos a ser la especie elegida si contamos con la Catedral más bonita del mundo, aplaudida por creyentes y agnósticos.

Si somos los sapiens los únicos supervivientes a un mundo complejo, y a un cambio climático del que hablan muchos, pero poco hacen los dirigentes por aminorarlo.

Me gustaría saber qué opción vital tomaríamos cada uno de nosotros si nos anunciaran, de verdad, que el fin del mundo es en el año 2025. ¿Elegiríamos como se espera de la especie elegida?

 

Dos versiones

La verdad no se encuentra sencillamente expuesta al público en general en un tablón de anuncios. Que hay que buscarla, y en la medida de lo posible conservarla. Pero esto ha cambiado. Muchas personas creen tener su verdad y los demás, y más si estamos cercanos ideológicamente, la damos por válida, por real, por única, y ni nos planteamos la mínima contradicción con lo que realmente puede ocurrir en el entorno. Y así andan los jueces, los políticos, la policía, los periodistas, y hasta los futbolistas que pretenden, pese al VAR, que cualquier caída en el área se convierta en penalti. En el baloncesto, sin embargo, el flopping, literalmente tirarse, empieza a estar penado con una falta técnica a veces decisiva.

Que puede que la responsabilidad la tengamos las propias profesiones, no les digo nada de los políticos que el engaño se produce a propósito con medias verdades o incluso noticias falsas, o con profesionales que venden su versión, por interés personal, sabiendo que apenas se va a contrastar, ya sea a través de las redes sociales o de los medios de comunicación tradicionales, o en el boca a boca, que a veces es el medio más rápido de transición. Y como tenemos que ser los más altos, los más guapos  y los mejores, tenemos magistrados estrella, antes de que se estrellen, comisarios convertidos en espías, políticos sin bagaje personal, tertulianos que saben de vulcanología y de las razones de la subida de la luz, o periodistas que en unas circunstancias difíciles para la profesión pretenden contar sin contrastar o sin apelar a las dos versiones o a las diferentes fuentes que tanto se enseñaba en las facultades de Periodismo.

No hay más que repasar las hemerotecas y las primeras declaraciones sobre la pandemia de los principales responsables sanitarios del país –era solo una gripecilla- , las razones  por las que una ministra venezolana aterriza en Barajas con nocturnidad y alevosía, o si realmente el PP y Vox no se entienden o todo es una táctica cara a unas posibles elecciones generales. Todo requiere una investigación y para eso no hay ni tiempo. Las redes han logrado dar verosimilitud a un tuit que ha conseguido al menos centenares de likes. Y si es contra nuestro enemigo ideológico mejor.  Y si luego no es verdad, no encuentras la rectificación en ninguna esquina. Porque somos más solidarios, eso sí, pero mucho más orgullosos y qué juez, abogado, médico, policía, político o periodista… por indicar algunas de las profesiones lustrosas, vamos a reconocer que nos equivocamos. Ninguno.

Ortografía bajo mínimos

No pondría la mano en el fuego porque a lo largo de esta columna hubiera errores gramaticales, alguna coma mal puesta, otro punto y coma no utilizado –están en extinción-, una posible mala consonancia en una frase, sinónimos no utilizados y para lo que somos asturianos leísmos  y laísmos despistados.

Y de esto no tiene culpa el Covid, aunque casi 300.000 castellanos y leoneses hayan sido confirmados del mismo a lo largo de la pandemia. La ortografía es imprescindible en nuestra vida, y la enorme abundancia de errores, más que erratas, una evidencia de que vamos hacia ninguna parte, y así lo manifestaba el profesor Miguel Perdigón en un texto reciente en las cartas al director de este periódico. Imagino que conoce bien la situación de nuestros alumnos, los profesionales del mañana, después de haber impartido clase en varios de los principales institutos de Burgos, en la capital y en la provincia, y no desistir en el empeño, por muchos motivos que tenga, al igual que numerosos colegas a los que se cae el alma a los pies en cantidad de ocasiones.

Aseguraba Perdigón en su escrito que en el portal de citas de Match un 39  por ciento de los usuarios juzgaba la compatibilidad de los candidatos por su manejo (sic) de la gramática. Y citaba el profesor que ‘los acentos están al nivel de los dinosaurios del Cretácico’. No me extraña. La mayoría de los ciudadanos habitantes de este planeta creen que el temido Tyrannosaurus rex convivió con nuestra especie, cuando aparecimos en este mundo decenas de millones de años después de su extinción, pero esto ya  no es un problema de lenguaje, sino de historia.

De lo que sí somos contemporáneos es del uso de nuevas tecnologías que han logrado, más por comodidad que por economía del lenguaje, que hayamos acabado con signos de interrogación o de exclamación y el castellano ha cedido a los anglosajones. Por no hablar de las mayúsculas, como aclara Perdigón, que serán la próxima víctima, a pesar de que seamos conscientes de que un nombre común no es lo mismo que un nombre propio. ‘Nos precipitamos a un mundo gris con todo en minúsculas y sin tildes’ subraya el pedagogo y parece que son muchos los que quieren vivir en un mundo gris. Confieso que no soy taurino, salvo cuando veo los morlacos en el campo. Pero lo primero que me emocionó cuando pisé una plaza de toros es que la vida era en color, y no lo que nos hacía llegar el blanco y negro de las televisiones.

Ahora que está de moda reivindicar en la plataforma change.org –han logrado que no salgamos a la calle- creo que comenzaré una recogida de firmas: ‘Por un mundo con mayúsculas y tildes’ y pediré el asesoramiento de mi amiga lingüista que me corrigió porque en estos últimos años tenía clarísimo que después de los dos puntos iba siempre mayúscula. Y no es cierto.

Por favor, ustedes lectores de periódicos, tipos inteligentes,  hagan un propósito, si quieren: procuren escribir sus mensajes sin errores, ni erratas. El futuro se lo agradecerá.

Primaria

Han estado, y todavía permanecen, facultativos, enfermeras, técnicos, auxiliares… en el ojo del huracán desde hace año y medio, porque esta profesión médica no es precisamente de las más alabadas por el riesgo que entraña y sobre todo porque un fallo puede llevar  a graves consecuencias, no solo para los enfermos, sino también para los propios médicos, que todos cuentan ya con un seguro que les avale.

Pero hoy quería valorar el trabajo que se realiza en Atención Primaria, en las decenas de Centros de Salud y Consultorios que se extienden por esta inmensa provincia burgalesa. No creo que sea una excepción, y sobre todo tampoco que esté exento de errores, pero siempre he encontrado grandísimos profesionales que no miraban al reloj cada vez que entrabas en la consulta.  También tengo que decir que quizá haya tenido suerte. Personal amable, con una sonrisa que también se intuye debajo de la mascarilla, con dedicación y preocupado porque no solo eres un número en esa larga lista de presión asistencial. Tengo un amigo, médico, que lleva lustros con su campaña de los 10 minutos para cada paciente, pero si es por su tesón cada uno de ellos merece el tiempo necesario y preciso. Y sigue peleando por esto, por mucho que pasen los años, que aparentemente no le escuchen o que le fallen las fuerzas. Dicen los datos fríos que faltan médicos, enfermeras… que habrá que sustituir pronto a un buen número de profesionales porque merecen jubilarse, pero solo contamos con dos Facultades de Medicina en Castilla y León y parece que bien podría establecerse una tercera por lo que pueda ocurrir en los próximos años con los profesionales de la salud. Y Burgos parece preparado para ello.

Es cierto que en esta pandemia mucha de la atención se ha derivado a una consulta telefónica. Y eso no ha gustado. Razones hay a favor y en contra, y probablemente con un dictamen presencial, con más médicos y enfermeras contratados se hubieran evitado algunos males. Pero así hemos pasado el Covid miles de personas, hablando con nuestro médico de cabecera por el móvil mientras permanecíamos aislados, y también en este caso se notaba la intranquilidad, y muchos de ellos además sufrieron la enfermedad.

Una profesión que ha estado de moda mucho tiempo. A la que se dedica una buena parte del presupuesto de las comunidades autónomas, pero que sigue sin corregir injusticias. Parece que estamos saliendo de la crisis. Buen momento para valorar si los aplausos de las 8 de las tardes pandémicas han servido para algo, y si las palabras de los políticos se las lleva el viento.

Hoy he escrito de Primaria, pero quedan semanas para hablar de especialidades, o de las zonas rurales, etc. La Sanidad siempre va a estar en el ojo del huracán.

Redes en tiempos de pandemia

Durante este larguísimo año y medio  de pandemia el mundo está asumiendo una serie de transformaciones donde muchos se han lanzado a asegurar que nada será como antes. De momento, personas que nunca se habían acercado a una tableta, a internet, o a una red social, han creado sus perfiles, y acuden a consultar en YouTube, algunos en Twitch, y otros en las tradicionales Facebook, Instagram –la gastronomía ha triunfado- o Twitter, las dudas que le surjan sobre trabajo, salud o tecnología. Los centros escolares, desde la primaria a la Universidad, se han convertido en aulas virtuales y cientos de miles de profesores autodidactas se han volcado con la enseñanza en línea.

 

Desde el Museo de la Evolución tampoco han estado alejados de esta realidad. Han usado todos sus canales y creados otros nuevos. Han crecido en seguidores y se están ofreciendo visitas en directo y a la carta a través de Google Teams a decenas de colegios. Pero todavía sin la pandemia lejos de nuestro entorno pendientes del proceso de vacunación, es tiempo de analizar y valorar, en aspectos transversales, qué ha supuesto este cambio, qué podemos mejorar y hacia dónde vamos, las tradicionales preguntas que nos hacemos en nuestra especie de homo sapiens.

 

Hemos conocido nuevos vocablos que la RAE ha tenido que ir añadiendo a su diccionario: los troles han llegado para quedarse, el hilo no solo cose o llenamos el móvil de emoticonos. Desde ese punto de vista, en el MEH han organizado Redes en Evolución: Educación, Ciencia y Tecnología en tiempos de pandemia. Quieren que hablen los otros streamers, los que saben de educación, de nuevas tendencias, de ciencia. Darán la palabra a los Museos enredados que han presentado sus piezas de manera original, diferente. Profundizarán sobre los recursos educativos que se ofrecen a los centros escolares. Analizarán hacia dónde van las redes sociales y por qué los jóvenes emigran a Tik Tok o Twitch. También se volcarán con la ciencia en las redes sociales, y evidentemente ahondarán  en la privacidad y la gestión de datos de los usuarios, y de esa censura latente de la que muchos hablan.

 

Redes en Evolución es una propuesta que parece que  ha venido para quedarse. En Burgos, donde un Congreso de Redes Sociales –iRedes– la convirtió en la capital de las mismas durante unos años. En esta ocasión será en 6 y 7 de mayo y será digital, ante las dificultades que todavía mantiene el Covid19. Pero será abierto, gratuito y dirigido a todo el mundo. Disculpen la propaganda, pero creo que merecerá la pena asomarse.

 

ADN en sedimentos

Y resulta que ‘hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad’ decía don Sebastián a don Hilarión en ‘La verbena de la Paloma’ en el año 1894 –para los más jóvenes: la zarzuela es un género musical surgido en España que poco tiene que ver con el hip hop-. Si don Hilarión hubiera aparecido en pleno 2021 le hubiera dado, seguro, un soponcio.

Las ciencias han avanzado de forma exponencial. Un tema del que hablábamos con total desconocimiento hace no pocos años, como es el ADN, un ácido nucleico que contiene las instrucciones genéticas y que es responsable también de la transmisión hereditaria, acaba de ser encontrado en individuos de hace cien mil años que habían paseado por la Sierra de Atapuerca, pero no en sus huesos y fósiles, sino sorprendentemente se ha conservado en los sedimentos, en el suelo, porque este se habría logrado aislar. Estas investigaciones han demostrado que al menos en ese pequeño espacio de tiempo se manejaban cuatro hembras neandertales de hace 80.000 años y un varón de más de 100.000.  Y en campañas anteriores también se ha logrado aislar el ADN de un fósil encontrado en la Sima de los Huesos, donde hay restos de más de 20 individuos de hace más de 400.000 años y a los que todavía hay que ubicarlos dentro de una especie, ya que cada vez se encuentran más lejanos de los heidelbergensis a los que asignaron inicialmente. Este camino realizado conjuntamente con el Instituto Max Planck abrirá nuevos caminos para explorar.

Durante lustros, los excavadores de Atapuerca han buscado esa especie que tuvo su último destino en España y de la que muchos dicen que contamos los sapiens con algunos de sus genes. Hace muy poco encontraron una falange claramente neandertal. Hay varios espacios en los yacimientos donde se espera hallar más. Es como el TD6 de Gran Dolina donde Bermúdez de Castro ya ha manifestado en algún momento que podía producirse una ‘orgía de restos de Homo antecessor’ .  Burgos cuenta con un territorio donde nuestros ancestros vivieron desde hace más de un millón de años hasta la actualidad. Fue la casualidad, sí, la que dejó en abierto algunas de sus cuevas. Pero la perseverancia de los primeros investigadores es digna de elogio. Inicialmente sin un solo duro, con la administración regional mirando hacia otro lado, pero año tras año iban logrando nuevos hitos y consolidando un proyecto.

Ahora es una excavación consolidada, con un equipo que logró el Premio Príncipe de Asturias, con publicaciones en revistas internacionalmente reconocidas como Nature o Science, y todavía con mucho camino por delante. Evidentemente, hay una ciencia más práctica que ha logrado, de manera prodigiosa, fabricar vacunas contra la Covid en menos de un año y están logrando resultados muy satisfactorios. Más una ciencia práctica no se puede conseguir sin una cultura científica, sin vocaciones de investigadores, sin apoyos económicos públicos y privados. Y ahí Atapuerca también ha marcado un hito.

 

Gamonal necesita un acuerdo

No estaría mal que en medio de tanta crispación política que existe en Madrid –siempre Madrid como si no constaran más ciudades en esta piel de toro- , en otras capitales españolas se pudiera dar ejemplo de lo que significa el acuerdo, el pacto, la concordia para problemas reales en situaciones complejas.

Desde hace unas semanas se habla y se escribe en Burgos sobre el barrio de Gamonal. Lo que fuera pueblo y al que se le van poniendo parches poco a poco, lentamente. Hay problemas de aparcamiento, pues ocupemos provisionalmente un espacio deciden, por poner un ejemplo de todos conocido. ¿Tenemos un Silo para toda la vida? ¿Mejorar el centro de salud? Una utopía. ¿Y el viejo pueblo? Otra. Recuerdo cuando fui invitado a dar el pregón en sus fiestas en la Casa de Cultura. Las reclamaciones eran casi las mismas que ahora.  Gamonal se lo apropian cada cuatro años, pero no es patrimonio de ningún partido político, donde por cierto han ganado formaciones de signos contrarios, sino de sus propios ciudadanos. Y tienen derechos, y deberes, aunque algunas veces los olvidan los habitantes. A sus vecinos probablemente no les suene mal un convenio entre todos los grupos que forman el Ayuntamiento para mejorar muchas de esas promesas frustradas. En Gamonal han surgido ideas novedosas, proyectos ciudadanos. Hay colegios e institutos con tradición. Hay también solidaridad.

Arquitectos e ingenieros han escrito en este periódico sobre el barrio. Asociaciones también han opinado. Pero ha existido una consulta pública a la que han respondido muy pocos vecinos, hastiados quizá por preguntas sin respuestas, por esperas demasiado largas a necesidades importantes. Ahora parece que los concejales del PP, en la oposición, han ofrecido una negociación al equipo de gobierno, de socialistas y naranjas, para trabajar conjuntamente en algunos asuntos concretos de Gamonal.  ¿Firmarían todos sellar la paz, o sería todo para una foto que luego no serviría para nada, o se estarían poniendo zancadillas debajo de la mesa?

Una trama que se realza en esta precampaña electoral  madrileña, donde los candidatos prometen lo que sus partidos niegan. Donde los comunistas han dejado de ser comunistas, y los fascistas fascistas. Y donde pretenden remediar las pandemias a gritos. Con gurús que plantean la añagaza de cada día, convertida en ‘fake news’ o en una trampa, al margen de las necesidades reales.

Un político honrado debería buscar una rentabilidad social más que política, por un puñado de votos que les pierden, ahora, todavía lejos de unas elecciones municipales, serviría el momento.  Además, Burgos sería noticia en positivo en Gamonal.

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