La ampliación del Museo de Burgos, ahora paralizada, no solo significa la adecuación y la mejora de un entorno donde conviven la Cultura con mayúsculas y los narcopisos, sino la consolidación de un eje cultural que bien podría avanzar desde el ultimo convento fundado por Teresa de Jesús siguiendo por el Museo de la Evolución Humana -a medida que pasa el tiempo más valorado el trabajo de Navarro Baldeweg, un museo en el que cuando entras parece que sales por la luz existente- el propio Museo de Burgos (de nuevo de actualidad y con un proyecto de reforma muy atractivo), la maldita esquina de la Plaza de Vega , el nunca acabado Hospital de la Concepción y avanzando por la calle Madrid el complejo de San Agustín.
Esa orilla del río Arlanzón que podría alcanzar también el Hospital del Rey y, por supuesto, el Monasterio de las Huelgas. Pero sin llegar al extremo, de Santa Teresa a la Concepción son unos pocos metros cuadrados que podrían convertirse en un eje cultural por el que pudiera apostar la candidatura de la capitalidad cultural de Burgos, aunque solo valiera de excusa para por fin tomarse en serio la zona sur, atravesada por un bulevar que ha cambiado su configuración urbanística y donde van a construir dos gigantes. Lo avala el Patrimonio y la Historia de estos edificios, y la modernidad de los nuevos o su reforma. No solo la construcción sino también buscar el uso como se ha hecho con la antigua estación.
Y evidentemente, ni el Arlanzón es el Sena, ni Burgos es Málaga, pero no podemos ni debemos dilatar más este lugar de la ciudad, al mismo ritmo que se dilata la solución de aparcamiento del barrio de Gamonal.
Buenos pudieran parecer los motivos para que no se avance más en las infraestructuras de la calle Calera o la calle Madrid, hace falta una fuerte inversión y esta debe venir de la Junta y del Ministerio, más no debemos dejar pasar esta oportunidad, y la propia ciudad debe liderar este cambio. Sería una nueva perspectiva, un enfoque cultural.