Acaba la temporada de radio, y lo hace con los datos del Estudio General de Medios, que es un informe donde se indica la audiencia de cada emisora, de los programas, las tendencias, etc. de una forma periódica; donde aparentemente todos ganan.
Lo que si es manifiesto es que la radio está sobreviviendo con más que dignidad a cualquier competencia informativa con otros medios, ya sea la televisión, internet o las redes sociales; que son millones las personas que escuchan sus espacios a través del móvil, de un ordenador, de un transistor o un pinganillo mientras pasean, corren o pedalean –no, sin peligro-. Y es tiempo también este mes de julio de cambios. Hay directores de programas consolidados, y otros que van alternando su presencia en antena. A finales de agosto comienza cada año una nueva carrera por el liderazgo. El EGM genera publicidad, y esto significa resultados económicos y beneficios. Por eso cuando finalice el verano se encontrarán probablemente con otros conductores en algunos proyectos.
Hay radio generalista, convencional, y musical, básicamente. Y luego está la local, la de los esforzados de la ruta. En la generalista se encuentran los grandes comunicadores. A todos ustedes les sonará, y nunca más apropiado el verbo, Ángels Barceló, Carlos Herrera, Carlos Alsina o Pepa Fernández. Los fines de semana, al otro lado de las ondas, uno se puede encontrar también con notables radiofonistas –profesionales de la radiodifusión- como Javier del Pino o Jaime Cantizano. Por no hablar de Ángel Expósito, Federico Jiménez Losantos y un largo etcétera de comunicadores con miles de fieles escuchantes a lo largo del dial. Y los programas de la tarde, y los de la noche, y los deportes –cuántas guerras en el pasado, donde la noticia ha dejado paso a la opinión-, con un Mundial en noviembre… Y la radio musical, ahí tengo debilidad por Javi Nieves y Mar Amate en las mañanas de Cadena Cien, buenos amigos y buena gente, y con más de un millón de oyentes que madrugan.
La radio es acompañamiento, y es muy fácil cambiar de canal cuando te altera un tertuliano, o buscar el podcast que te perdiste, como La Cultureta de Amón y sus colegas en Onda Cero, o Arsuaga en El placer de escuchar en RNE y ahora en sus conversaciones con Millás en el verano de la SER.
Para algunos la radio es droga dura, para otros un calmante, y un desahogo. Para muchos la manera de que la música le acompañe en un viaje o en una tarde calurosa. E incluso puede coger el teléfono y manifestar su opinión.
Citaba a los periodistas locales. A veces no solo luchan contra las adversidades de la falta de medios, sino también, con honrosas excepciones, ante su propia cadena. Para ellos, también, mi admiración.