Lleva la mayoría de ciudadanos de Castilla y León más de dos meses confinada. Fase 0 que le llaman, donde se te permite salir a dar un paseo, hacer algo de deporte -1 hora donde puedes hacer trampas-, comprar en algunos lugares, ahora también ir a la peluquería previa cita previa y probablemente dentro de una semana hacer cola para sentarte en una terraza con la familia o los amigos mientras te tomas una jarra de cerveza, o un vaso de coca cola, en cualquier plaza de Burgos con cafeterías que hayan podido mantener el negocio. Y se cree que se ha vuelto la normalidad a un país donde ya han fallecido muchas personas, y donde todavía van a morir unas cuantas más, porque este bichito es bastante contagioso, aparte de desconocido, con lo que apenas se prevé por dónde puede responder frente a los ataques que reciba.
Por eso los ciudadanos están ya muy cansados. Miran a los mayores con respeto y cariño, hasta que se te cruzan por la calle a las seis y media de la tarde cuando su turno es a las siete, y les sorprenden sin mascarilla. Y los niños que siempre te gustaron, y a los que sonreías, si asoman sus naricillas a las ocho ya te conviertes en Herodes, porque ahora has descubierto que pueden ser asintomáticos pero eso no impide que se conviertan en contagiosos. Lo peor llega cuando esas otras pandillas de jóvenes se concentran en lugares perdidos porque también creen que son inmunes.
Mientras tanto, las redes sociales arden y se multiplican las batallas en una guerra política que todavía busca sacar rendimiento electoral a la pandemia. No lo dicen así, pero está claro. Ministros que no saben dónde pisan, ni lo que pisan, y sobre todo que no conocen apenas de su trabajo. Responsables de comunidades autónomas que transforman las fases en su antojo y ya estamos en el 0,5, en el 1, o en el 1,80, según les venga bien.
Todavía no se han dado cuenta de que esta batalla no es de buenos y malos, sino de vivos y muertos. Y que nos piden que estemos ojo avizor ya no solo con la Fase 3, sino hasta el infinito y más allá, y nos tengamos que ir con Buzz al espacio sideral. Y eso que la piel de las manos ha iniciado ya hace tiempo su proceso de conversión a escamas, con tanto contacto con el agua. Además, en ocasiones se duerme peor y pueda ser que nos convirtamos en zombis.
O estamos unidos, o lo vamos a pasar muy mal. O comenzamos a buscar lo que nos une, o esta crisis sanitaria se va a alargar en el tiempo. O hablamos más alto que el griterío de los irresponsables o acabamos con nuestro planeta. “Ya va siendo hora de que la humanidad sea adulta, y empiece a decidir qué cosas no puede hacer” asegura Juan Luis Arsuaga. La vida es resolver problemas, insiste habitualmente el científico, y para eso cada vez es más necesaria la armonización social, el respeto al otro, caminar juntos con un objetivo común en circunstancias como la pandemia. Y si no estás dispuesto, te callas.