Si está en casa eche un vistazo alrededor. Probablemente, en alguna estantería todavía conserve dos estatuillas de madera que representan a Isabel y Fernando y que sostienen algún libro. Quizá ya se haya desecho de ellas, o no las haya tenido, porque no ha pertenecido al ahora desaparecido Círculo de Lectores.
El Círculo llegó a contar con más de un millón de familias asociadas. Quién no recuerda la llegada de alguno de sus vendedores (agentes) a casa con la revista bimensual y la decisión de qué libros pedir para ese tiempo. Había unos días para elegir y si no lo hacías te llegaban las que ellos recomendaban. Además de tu suscripción podías escoger cualquiera de los otros libros que aparecía en ese escaparate de un montón de páginas a color, con diseño atractivo y que te incitaba a leer. Además tenía apartados para toda la familia, y niños y adolescentes también teníamos posibilidad de escoger.
La llegada de la revista, nunca al buzón, entregada siempre por la misma persona era celebrada en casa. Ese ‘agente’ acababa siendo casi de la familia. Volvía en unos días para recoger las peticiones que teníamos en una tarjeta que adjuntaba la revista. Y al poco tiempo aparecía con los libros. Títulos que se iban sumando a una colección de publicaciones en donde la mayoría pertenecían al Círculo, decenas de ellos, año tras año, iban cayendo en nuestras manos. En capitales de provincia o en zonas rurales muchos nos animamos a la lectura con esos volúmenes. Siempre teníamos uno para coger entre las manos.
Otras editoriales, intentando competir, también publicaban sus colecciones, como la de RTVE o Alianza, libros pequeños, grandes títulos. Internet todavía no había llegado a los hogares y los creadores de Amazon estaban dando sus primeros pasos en la escuela. El Círculo fue quien llevó a muchos de nuestros domicilios de una forma continuada las primeras lecturas, los best sellers, algunos libros recomendados o clásicos que iluminaban cada una de las bibliotecas.
Los hábitos de compra van cambiando y probablemente ellos sean los que han obligado a cerrar esta editorial-distribuidora. Pero que sirva como toque de atención primero contra el pirateo, que también podría terminar con escritores y sus obras, y segundo como respeto a las librerías donde todavía encuentras una persona que te recomienda aquello que sabe que te puede gustar, donde se encarga de conseguirte cualquier libro y donde el escaparate de la revista del Círculo se convierte en unas cuantas estanterías para poder pasar una tarde. Eso, en Amazon, todavía no existe.