Probablemente, si hicieran una encuesta en las salas de espera de los centros de salud del Sacyl, preguntando a los usuarios si prefieren estar ahí sentados un ratillo, pero sabiendo que van a ser atendidos el tiempo necesario por su médico de familia, o la alternativa, si les gustaría que cada doctor se limitara a la norma y recibiera cada diez minutos, eso sí, con una puntualidad exquisita, la mayoría de las respuestas elegirían la primera opción. Aguantar, pero contar todos sus males a los de la bata blanca. Y como la mayoría de los que ocupan esos espacios son gente mayor cuentan, en general, con tiempo por delante. El problema comienza a plantearse con los acompañantes, cuando los hay, porque tienen otras muchas cosas que hacer y suelen comenzar sus mosqueos con el ‘¿hay alguien dentro? o ¿está la doctora?`’
La mayoría de los antes llamados médicos de cabecera entiendo que optan por la primera opción de una atención profesional, delicada y cercana –esa es mi experiencia personal, y lo agradezco- aunque todavía quedan los de preguntar y recetar sobre la marcha. También los que directamente te mandan al especialista sin más dilaciones, ni un examen mínimo de los síntomas.
Pero para que todo eso funcione, tiene que haber mujeres y hombres con bata, que ocupen los despachos de los ‘ambulatorios’, acudan a las urgencias, estén de guardia, y cuenten con los derechos que su profesión tiene. Porque lo que menos quieren los pacientes es un médico agotado para intentar solucionarles sus problemas de salud.
Tengo un amigo médico de familia que llevaba años peleando porque los minutos de atención al menos fueran diez. Ha hecho campañas, ha movilizado a varios de sus colegas. Pero la presión asistencial sigue aumentando y el tiempo disminuyendo, así que tiene que alargar sus horarios de trabajo, sin perder la sonrisa con el paciente, pero imagino que maldiciendo a la administración por no poner todos los medios.
En Castilla y León, las encuestas que realiza la sanidad pública suele ser favorables a su gestión, en cuanto al trabajo de los sanitarios –doctores y doctoras, enfermeros y enfermeras, auxiliares- también la puntuación es alta, otra cosa es la lista de espera en algunas de las especialidades, que es grande, por mucho que con las cifras intenten argumentar lo contrario. Se puede recibir la carta de citación en algunos casos seis o siete meses antes de que se produzca la consulta.
Y en la Atención Primaria se está centrando ahora el atolladero. La población está más envejecida, hay más pacientes crónicos y menos facultativos. La solución es compleja. Además, las situaciones se repiten en otras provincias y comunidades autónomas, no es un caso exclusivamente nuestro. Pero habrá que hacer algo.