No es lo mismo que un partido lleve imputados en listas a que no los lleve. No es lo mismo que Ortega Lara vaya de número 1 que de número 3. No es lo mismo que UPyD tenga como cabeza de lista a un empresario conocido que a un joven abogado. No es lo mismo que un partido político esté en alza que otro que esté a la baja. No es lo mismo haber sido elegido en primarias que por el dedazo. No es lo mismo candidatos con ilusión que otros que llevan veinte años aprovechando su posición en el aparato. No son lo mismo los resultados en Andalucía que en Castilla y León. No lo son tampoco en Cádiz que en Burgos, ¿o si?
No son lo mismo muchas cosas, aunque desde el resultado de las elecciones en Andalucía donde dos partidos han entrado nuevos en su parlamento, y otros que lo pretendían no lo han conseguido, la mayoría de las mentes pensantes de la política se dedican a hacer cábalas sobre si son trasladables los resultados del sur a los del centro, el este, el oeste o el norte. Cada vez es más cierto que la globalización ha llegado a todos los rincones y que los temas de discusión son muy parecidos en la barra de cualquier bar. Quizá en unas elecciones municipales cuente quién sea el candidato más que la propia marca del partido, pero no necesariamente. Estamos bombardeados por todas partes y eso se evidencia ya en muchas actitudes y decisiones. Además, al ampliar el abánico desaparece la apelación al voto útil, porque muchos precisamente con su acción de votar buscan precisamente lo contrario frente a los dos grandes partidos.
Ahora están en Burgos preparando y eligiendo las listas la mayoría de partidos y coaliciones que acudirán a las urnas el 24 de mayo. De momento solo el PSOE de Daniel de la Rosa ha hecho el trabajo. Comentaba un alto dirigente del Partido Popular hace un tiempo que era la tarea más ingrata, sobre todo por el desprestigio que la política ha ido acumulando y que ha logrado que bastantes personas independientes no acepten las ofertas para posibles candidaturas. Pero han sido los propios políticos los que se han encargado de ampliar ese propio descrédito negando a la vez toda capacidad de autocrítica cuando los ciudadanos les han dado la espalda, porque el error nunca es suyo, sino de los que votan.
Será importante que desanden el camino, que comiencen buscando la honradez en todos y cada uno de los aspirantes, sean del signo que sean, además de la capacidad de trabajo, el conocimiento del terreno y su preparación. No es fácil, porque en esa tarea ingrata de confección de listas la otra parte de la dificultad era el ubicar a militantes o dirigentes que no aspiran a un puesto para servir o para servirse. Por ahí partió el camino erróneo, de ahí han surgido muchos lodos y numerosos problemas. Porque somos humanos y tenemos errores, pero algunos sí se pueden solucionar.